lunes, 19 de mayo de 2014

#MacroCuento

    Hoy tenía pensado publicar una entrada como la de todos los lunes, de cachondeo y reflexión, pero, este fin de semana, me fuí a PortAventura y, parece que no, pero irse de fin de semana a un parque temático cansa y mucho, vamos, que estoy molida, me duelen hasta las puntas de la melena. Así que, viendo que estoy para el arrastre y que os debo dos #MicroCuentos, hoy os voy a publicar una #MacroCuento, bueno, una versión extendida de un #MicroCuento, que no estoy yo hoy para escribir la novela de mi vida. sé que algunos querías que os contara un poco el fin de semana, pero me lo guardo para otro día, puede que para mi próxima visita al parque durante la temporada de halloween. Ahora sólo os diré un par de cosas que debéis aplicar a vuestras supuestas futuras visitas a PortAventura: tenéis que probar el Shambala, al principio de miedo pero es BRUTAL, y, tenéis que montaros en todas las atracciones de agua, a poder ser, cantando la canción Río abajo lo veré, de Pocahontas, en todas las que vas en barca.

    Y dejando atrás mi experiencia en el parque, vamos a por el #MacroCuento:

Cuando llego, encontró el portal abierto.
Entro y lo cerró. Se sentía más segura si estaba cerrado.
Pulsó el botón del ascensor y empezó a subir por las escaleras.
Siempre hacía lo mismo, aunque vivía en un séptimo piso.
No le gustaba cruzarse con los vecinos.
Si oía el sonido de unas llaves, se escondía en un rincón oscuro del amplio rellano
Llegó a su portal respirando con dificultad.
Metió la mano dentro del bolso. Encontrar las llaves siempre era una tarea complicada.
Tocó el monedero.
El teléfono móvil.
La pequeña bolsita que le hizo su madre para los medicamentos.
Un par de tiques de la compra que guardó un día y nunca tiró.
El pintalabios
Un paquete de pañuelos de papel.
Y por fin, un pequeño llavero con dos llaves.
Metió la cuadrada en la cerradura y le dio media vuelta.
Entro y se dirigió hacía su habitación sin encender la luz.
Se quitó los zapatos de tacón negro y tocó el frío suelo con los pies descalzos.
Estuvo así durante cinco minutos.
Después, se quitó el vestido rojo y se puso el pijama.
Fue a la cocina, abrió la nevera. Sólo esa luz iluminaba la estancia.
Cogió un yogur.
Se lo comió de pie, mientras miraba la calle a través de la pequeña ventana de la cocina.
Tiró el pequeño envase en el cubo que tenía en una esquina.
Después, tiró la cuchara en el fregadero. Abrió el grifo. Contó hasta tres y lo cerró.
Descalza, caminó hacia el comedor.
Se sentó en un rincón del sofá, entrelazando sus piernas con sus brazos.
Encendió el televisor.
Puso un canal cualquiera, que emitía un programa cualquiera, con un presentador cualquiera.
El reloj de pared marcó las 22:30.
Se levantó.
Se fue a su cuarto.
Se cepillo el pelo.
Se tumbo en la cama y se durmió.

El despertador sonó a las 6:37. No le gustaba ponerlo a las horas en punto. Tampoco en los cuartos.
Se despertó. 
Fue al baño.
Se lavó los dientes.
Volvió a su cuarto.
Abrió el armario. 
Cogió un vestido rojo y unos zapatos de tacón negros.
Se vistió.
Fue a la cocina.
Abrió la nevera.
Cogió un yogur.
Se lo comió de pie, mientras miraba la calle a través de la pequeña ventana de la cocina.
Tiró el pequeño envase en el cubo que tenía en una esquina.
Después, tiró la cuchara en el fregadero. Abrió el grifo. Contó hasta tres y lo cerró.
Cogió su bolso.
Después, las llaves.
Abrió la puerta. Salió y cerró dando dos vueltas de llave.
Pulsó el botón del ascensor.
Miró las escaleras.

Ese día decidió coger el ascensor.


Muchas gracias por leerme. Sentíos libres de comentar todo cuanto os venga en gana.

Sed felices!!!







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