Todo lo que está escrito en este post, está escrito en clave de humor. Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia. O no. Nunca lo sabremos.
Ayer me pasó algo que me hizo pensar. Fue algo muy fuerte. Algo que ha marcado un antes y un después en mi vida. Algo que debería marcar un antes y un después en la historia del mundo. Ayer, por primera vez en mi vida, me insultaron en Twitter, y me hizo ilusión. Y es que en Twitter no eres nadie hasta que alguien te insulta.
Twitter es un mundo paralelo en el que todos sus habitantes se comunican en 140 caracteres o menos. Twitter es el hogar de los escritores frustrados, de los poetas de baño, de los guionistas en paro, de los humoristas de bar de carretera y de La Pelopony (@lapelopony), entre otros especímenes.
Hacerse una cuanta en Twitter, conlleva empezar una nueva vida en ese mundo paralelo. Desde el primer instante en que pongas un pie en Twitter, tu vida social en el mundo real se va a acabar y lo sabes. En el momento en que escribes tu primer tuit, ya no hay vuelta atrás. Automáticamente, después de darle al botón de "tuitear", tus amigos te borrarán del Facebook y de la tarjeta SIM del móvil. No hay mayor deshonor que ser borrado de la tarjeta SIM y pasar a formar parte de la memoria interna del teléfono, que eso es como lo de los garajes. Tu guardas un contacto en la memoria interna del móvil y allí se queda para siempre, en el olvido.
Pero después de ese primer tuit, vienen las primeras decepciones de no tener casi seguidores y, entonces, es cuando, la mayoría recurrimos a hashtags como #TalDíaDeGanarSeguidores o #LaHoraMágica2578946, hashtags que sólo fomentan el follow x follow, que sacian nuestra sed de seguidores, pero que sólo son seguidores vampiros, seguidores que no van a leer tus tuits, seguidores que, si no les devuelves el follow, no tardarán ni cinco minutos en hacerte unfollow.
Pasan los días y ves que el número de seguidores está estancado y, entonces, es cuando maduras y te das cuenta que, si quieres tener seguidores vas a tener que ofrecerles algo de calidad y, es el momento en que empiezas a escribir tus mejores tuits, o no, pero aprendes que es mejor tener pocos seguidores que te lean, hagan RT a los tuits que más les gusten y marquen como FAV sus favoritos. y cuando pasa esto, sólo es cuestión de mantener la calidad y/o mejorarla y esperar a que, poco a poco, lleguen tus seguidores.
Pero, cuando tu número de seguidores ya supero los 100, te das cuenta que dentro de ti hay un gran vacío. Necesitas algo más. Necesitas que alguien te de caña. Vamos, que eres como un adolescente hormonado esperando a que te metan mano y puedas hechar un buen polvo. Y en ese momento es cuando llega ese esperado, deseado y ansiado usuario de Twitter resentido con el mundo entero y te insulta. Y tu, como ese adolescente que acaba de darle uso a su primer preservativo, estás eufórico y ansioso por poder contárselo al mundo entero. Entonces es cuando le haces RT a esa persona que te ha insultado. Marcas su tuit como FAV u, sin pensarlo haces una captura de pantalla y tuiteas algo así como "Me he desvirgado! Me han insultado por primera vez en Twitter! Tengo un hater!!!" Y adjuntas la captura de pantalla para dejar constancia de ese insulto. Y ese día se convierte en el Día D y, tu vida en Twitter se construye en lo que pasó antes del Día D y lo que pasó después.
Y es que, como ya he dicho al principio de este post, no eres nadie en Twitter hasta que alguien te insulta
Yo ya os dejo, que me acabo de acordar que ayer me insultaron por primera vez en Twitter y me olvidé de hacer una captura de pantalla.
Muchas gracias por leerme. Sentíos libres de comentar todo cuanto os venga en gana. Y, por cierto, si queréis, podéis proponerme cualquier tema que queáis para que hable de él en el blog. Podéis hacerlo dejándome un comentario, mandándome un tuit (@bienpeina) usando el hashtag #blogbienpeina o escribiéndome un mail a la dirección que encontraréis en la pestaña de Contacto.
Sed felices!!!
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